Hay quien defiende que somos más que un cuerpo, que lo que nos hace ser es el alma. Para los más escépticos, seremos un puñado de órganos y agua funcionado biológicamente. Lo que yo pienso es que estamos hechos de miles de momentos y vivencias. Y es que ya sea por la naturaleza social del ser humano, o porque según está estructurado el mundo en el que vivimos es complicado aislarse, muchos de estos momentos vienen compartidos. Como en este caso A implica B, se podría decir que las personas que pasan por nuestras vidas también son un factor relevante en nuestra composición corporal.
Hace unas semanas que arrancó la Edición 9 de Factoría de Talento, dando el pistoletazo de salida la primera sesión de Teambuilding. Sin pestañear, no puedo evitar pensar que ya hace un año desde que yo estaba en la misma posición en la que se encuentran los nuevos talents. Un año ha pasado sin darme cuenta. De repente, hay algo que llama a mi puerta, y sin duda es una profunda nostalgia por ese primer día en el que cada cual se daba a conocer con su objeto elegido.
Entiendo el talento como el conjunto de todas nuestras habilidades puestas a disposición para hacer algo de una forma distinta al resto (pero sin romper nada, ya me entendéis). Es como lo defino en este momento. Puede que en diez minutos, cinco horas, veinte semanas o dos años y medio, la definición que dé sea distinta, como cuando vuelves a revisar un texto y siempre encuentras algo que mejorar, o el dibujo que vuelves a mirar y encuentras mil trazos nuevos para convertirlo en algo distinto.