¿Cuatro mil semanas de qué? ¿Cuatro mil semanas para qué? Estas preguntas fueron las que me vinieron a la mente al leer el título del último libro del autor británico Oliver Burkeman. Obtuve la respuesta al navegar entre sus páginas: cuatro mil semanas de vida. Cuatro mil semanas para una vida media de 80 años. En mi caso, cuatro mil semanas para convertirme en cirujana, viajar a todos los continentes, aprender 10 idiomas, escribir tres libros, descubrir por qué estoy aquí, formar una familia y explorar la infinidad del conocimiento humano actual. (Y quizá alguna cosa más).
Cuando Zeus quiso castigar a la humanidad enviando a Pandora a la Tierra, cuenta la leyenda que la dotó del más terrible de los dones: la curiosidad. Y es que ya lo decía el refrán: “la curiosidad mató al gato”. A mí no me llegó a matar, pero apunto estuvo, porque cuando era pequeño la curiosidad me llevó a meter los dedos en un enchufe, a ver qué pasaba. Quizás este hecho y los cuatro cafés que bebo al día expliquen por qué soy tan nervioso. Pero la curiosidad nos ha guiado en muchas otras ocasiones. Acércate a una ventana y mira al cielo. Busca unas luces parpadeando, sí, eso que llamamos avión. Sin la incansable obsesión del ser humano por conocer, por descubrir, por explorar, prácticamente nada de lo que hay en este momento a tu alrededor existiría.
Hace poco leí que, después de la emisión de la serie Gambito de dama, la Federación Internacional de Ajedrez había recibido más solicitudes de ingreso de mujeres en unas pocas semanas que en los últimos años.