Es caprichoso el azar
Cuando Zeus quiso castigar a la humanidad enviando a Pandora a la Tierra, cuenta la leyenda que la dotó del más terrible de los dones: la curiosidad. Y es que ya lo decía el refrán: “la curiosidad mató al gato”. A mí no me llegó a matar, pero apunto estuvo, porque cuando era pequeño la curiosidad me llevó a meter los dedos en un enchufe, a ver qué pasaba. Quizás este hecho y los cuatro cafés que bebo al día expliquen por qué soy tan nervioso. Pero la curiosidad nos ha guiado en muchas otras ocasiones. Acércate a una ventana y mira al cielo. Busca unas luces parpadeando, sí, eso que llamamos avión. Sin la incansable obsesión del ser humano por conocer, por descubrir, por explorar, prácticamente nada de lo que hay en este momento a tu alrededor existiría.