No dejes de preguntarte
De pequeña era muy curiosa y no paraba de preguntar el por qué de todo. ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué el universo es infinito? ¿Por qué somos quienes somos? Y un sinfín de preguntas que no tienen una respuesta clara.
Poco a poco dejé de hacerme preguntas. Según crecía, fui creyéndome lo que me contaban en clase y en el instituto, mientras intentaba entenderlo. Ya en la universidad, no sé si por la falta de tiempo o por nuestro cambiante sistema educativo, dejé de cuestionarme el por qué, ya que probablemente escapaba al alcance de mi sabiduría. «¿Por qué estudio esto? De algo me servirá, aunque sea solo para aprobar», eso sonaba en mi cabeza cuando perdía la motivación en época de exámenes.