Skip to main content

¿Y si paras un segundo? por Inés Fernández

Estas pasando Stories de Instagram y te aparece un link a un artículo. Lo abres, y haces una lectura en diagonal mientras subes corriendo las escaleras del metro porque llegas tarde.Te salta un WhatsApp en la pantalla, así que cierras el artículo para contestar, y acto seguido ya se te ha olvidado todo lo que habías leído. Y sigues con tu vida. No te da tiempo a hacer todo lo que tienes que hacer. Estás ocupado, preocupado, o agobiado. O todo a la vez.

Oye, y ¿qué tal si paras un segundo?

Para.

Pero de verdad: para lo que estés haciendo, sea lo que sea. Prometo no robarte mucho tiempo.

¿Ya? ¿Estás aquí? Bien.

Ahora que tengo tu atención, me gustaría compartir contigo mi forma de ver la vida. Ni más ni menos.

Lo que está pasando en la actualidad a nivel político y social en muchos lugares del mundo (Chile, el Líbano, Cataluña, y cientos de otros sitios que ni siquiera salen en las noticias) es horrible. Me supera el entendimiento que los conflictos se sigan resolviendo con violencia hoy en día. Pensaba que todo lo acontecido en el siglo XX nos habría enseñado una lección. Ingenua de mí.

Ayer, hablando por teléfono con una persona cercana le pregunté cómo estaba, y me respondió “triste, como voy a estar…con todo lo que está pasando”. Yo en ese momento pensé “tiene razón”, pero después me di cuenta de que si tenía que estar triste por todo lo malo que pasa en el mundo, no podría ser feliz nunca.

Sin embargo, yo soy feliz. Muy rara vez me verás sin una sonrisa de oreja a oreja. Pero eso no significa que no tenga consciencia política, ni significa que haya tenido una vida fácil. De hecho, me atrevería a decir que he tenido una vida bastante complicada. La gente siempre me pregunta: “Pero, ¿y tú como lo haces para estar siempre contenta?”

¿La respuesta? Siendo consciente de que solo tenemos una vida, de que esta se pasa mucho más rápido de lo que creemos, y de que se puede acabar en cualquier momento. Sí, suena duro decirlo así, pero es la cruda realidad. Por lo tanto, cada minuto de tu vida en el que estás triste, frustrado, agobiado o enfadado, es un minuto menos de felicidad.

Creo que es importante pararse de vez en cuando (como te he pedido que hicieras al principio del texto) y tomar conciencia (que no solo consciencia) de lo afortunados que somos de tener la vida que tenemos.

¿Estás haciendo cosas que te llenan? ¿Estás compartiendo tu vida con personas que te aportan felicidad? ¿Estás eligiendo bien tus prioridades?

Hazlo, porque te repito, la vida no es tan larga como parece.

 

¡Gracias Inés por recordarnos que existe un botón de «pausa» que podemos utilizar cuando la velocidad se adueñe de nuestra historia!