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«HACIA ARRIBA» POR CARLOS DEL CUVILLO

 

Carlos del Cuvillo, filósofo e Ingeniero Agrónomo de la VI Edición de Factoría de Talento, sueña con poder crear espacios de innovación que estén al servicio de los demás. ¿Cómo? Buscando soluciones sostenibles para combatir la pobreza, generando oportunidades y estructuras solidarias. Hoy nos habla sobre un fragmento de la República, la obra más conocida e influyente de Platón y «el fuego que brilla en nosotros». ¿El camino que propone Carlos? ¡Hacia arriba! ¡Siempre hacia arriba!

» Uno de los fragmentos más conocidos de Platón es la alegoría o mito de la Caverna. En ella, Sócrates plantea la imagen de unas personas encadenadas que creen que todo lo que existe se reduce a unas sombras proyectadas sobre la única pared que son capaces de ver. Es una metáfora tan llena de sentido que le aconsejo a cualquiera que la lea (Platón, República, Libro VII), pero os agradezco que también leáis lo que pienso sobre ella. Al imaginarme a estos prisioneros, veo el mundo y todas las ataduras que se nos imponen como esa imposibilidad de darse la vuelta. De entre los prisioneros, uno se libera, se gira y descubre que lo que hay en la pared no es más que el reflejo de un fuego que les iluminaba: la luz le ciega, pero por fin está conociendo las cosas como realmente son. Esta persona se ha liberado de lo que parecía la única manera de vivir y avanza contracorriente, contra los prejuicios de la sociedad, las trabas que le ponen en su camino…

Pero ¿y si las cadenas más fuertes y las ataduras más apretadas no estuviesen fuera? ¿No podría ser que lo que nos mantiene encerrados en vivir en “la apariencia” fuésemos nosotros mismos? Estoy convencido de que nuestros miedos, los juicios sobre nosotros que hemos escuchado y hemos hecho nuestros, nuestros defectos y la incapacidad de aceptarnos con ellos y como somos nos impiden muchas veces darnos la vuelta para ver el fuego que brilla en nosotros y que puede iluminarnos de verdad. El camino para salir de la caverna es duro de andar: los músculos están entumecidos, duelen al empezar a caminar y la luz al principio nos ciega, hasta el punto de parecer locos ante el resto de los prisioneros. Es más, este camino a veces no basta con andarlo, sino que hay que escalarlo, trepar con esfuerzo para soltar lo que no queremos y atrapar lo que realmente deseamos, porque la Caverna a veces es muy profunda. Sin embargo, encontrar una luz para la vida vale más la pena que todo lo a gusto que pudiéramos estar de espaldas a ella.

No nos podemos engañar con cuáles son las ataduras, pero tampoco debemos pensar que esa luz está muy fuera. Somos nosotros mismos los que damos sentido a cuanto nos pasa y a cuanto hacemos que pase, pero es mejor cuando el sentido lo damos desde quien verdaderamente somos, hemos sido y queremos ser. Este camino que creo que recorro poco a poco es increíble y sí, me hace feliz. Este camino dura para siempre, porque en la historia que nos cuenta Platón el liberado todavía sube más allá del fuego hasta poder ver la luz del día. Animo a cualquiera a lanzarse a subir o a seguir haciéndolo, sin miedo y sabiendo que, como nos recuerda el viejo Sócrates y cualquiera podría confirmar, cuando hace falta siempre habrá alguien para tirar del prisionero hacia la luz. ¡Hacia arriba!«

Carlos del Cuvillo, Finalista de la VI Edición de Factoría de Talento Adecco