Skip to main content

Encuentro profesional con Malu Del Río por Elena Peña

Hace unos días tuvimos encuentro profesional con Malu Del Río y le hemos preguntado a Elena Peña lo que aprendió de él.

Elena Peña, finalista de Factoría V, es una Ingeniera Industrial en proceso con debilidad por la robótica, la tecnología y el Aprendizaje con A mayúscula. Las dos primeras le han llevado a ir más allá de las aulas, escaparse unas cuantas veces al extranjero y adentrarse en el mundo de la investigación. La última, además, ha motivado un suministro constante de retos, aventuras fuera de su zona de confort y miedos bastante superados. Cuando necesita desconectar, el mar y un buen libro son sus mejores aliados.

 

Todos pasamos por días en los que parece que nada sale bien, donde la suerte precisamente no nos sonríe. Para mí, la semana pasada empezó con una sucesión de estos días, en los que exámenes, malentendidos, cansancio y despistes (esos me acompañan siempre, pero los incluyo para aumentar el dramatismo) se aliaban perversamente en mi contra.

Pero algo cambió el curso de la semana, un algo en forma de encuentro profesional de Factoría de Talento, un “chute” de energía positiva. Porque yo no sé cómo lo hacen, pero consiguen día tras día seguir sorprendiéndonos.

En este caso, se trataba de un encuentro lleno de misterio, sin preguntas preparadas, sin nombre que buscar en Internet. Lo único que habíamos recibido era una profesión (fisioterapeuta) y una larga lista de logros deportivos, pero… la cosa no podía terminar ahí. No en Factoría.

Al llegar a la sede de Adecco en Pozuelo por fin pudimos despejar la incógnita. Nos acompañaba Malu (que no Malú) del Río, 3 veces campeona de España de esquí y 2 veces campeona de la Copa de España; ganadora de numerosos campeonatos de esquí alpino y otros tantos torneos nacionales de pádel, por poner unos cuantos ejemplos de sus logros. Esquí, pádel, bádminton…. Deportes que nunca se planteó practicar hasta que perdió una pierna.

Porque Malu inició así su presentación: “Nunca imaginé que podría ser feliz con una amputación”, y poco a poco fue revelando su historia, y los motivos que le han conducido ser lo que es ahora: una persona dueña de lo que puede y no puede hacer, que no se resigna, que busca alternativas para continuar con aquello que le apasiona.

El deporte podría considerarse el hilo conductor de su narración, de una historia que comienza en Cádiz con un prometedor futuro en el mundo del baloncesto. Este futuro se vio interrumpido por una lesión, una bacteria y una, dos, tres…. incontables operaciones. Una ingeniería abandonada y sustituida por una nueva vocación, la fisioterapia. Mudanza a Madrid, boda, procesión de hospitales y rehabilitación. Unos años moviditos. Al final, un ultimátum, la pierna o la vida. Malu eligió la vida.

Una vida distinta, que le toca sin saber muy bien por qué ni para qué. De repente, Malu descubre que tiene que reinsertarse en una sociedad de la que no tiene conciencia de haber abandonado. Un momento duro, muy duro, del que algunos salen y otros no. Pero ella sale, tira de lo que ella denomina “su fuerza interior”, de sus grandes apoyos (su familia, su marido…) y lo consigue. A partir de ahí, vuelta a la acción.

Esta vuelta a la acción fue posible con la ayuda de todas las asociaciones y fundaciones, como las mencionadas por Malu (Fundación Once, Adampi, Fundación También), que trabajan de forma incansable para hacer de “puente” entre la gente con discapacidad y el resto de la sociedad. El objetivo final es que no sea necesario un puente, porque no hay necesidad de crear dos grupos separados. Este es uno de los mensajes que debíamos absorber del encuentro, que cada uno desde nuestra especialidad, hagamos el esfuerzo por incluir a todos los colectivos en aquello a lo que nos dediquemos.

Predicando con el ejemplo está la propia Malu. A lo largo de su formación, detectó una gran carencia en la rehabilitación de personas amputadas. Los fisioterapeutas no saben de prótesis, los dueños de ortopedias no saben de anatomía. Casualmente, ella conocía de primera mano los dos ámbitos. Y gracias al esto ideó una solución, abrir una clínica de rehabilitación de amputados; juntar las dos disciplinas en un único espacio, trabajando mano a mano.

Me dejo cosas por el camino, dos horas largas dan para mucho, y no quiero enrollarme. Anécdotas, lecciones, historias admirables. El deporte siempre presente, ya no lo piensa dejar escapar. Ahora, sin dejar de lado el resto de sus actividades, Malu se dedica a normalizar la discapacidad en colegios, hablando con los niños, respondiendo a sus preguntas, enseñándoles deportes adaptados. Una nueva oportunidad para enseñar y aprender.

Ella dice que no es un ejemplo de superación, que solo busca formas para hacer lo que le gusta. Yo pienso en su historia, en cómo entré esa tarde en Factoría y en mi sensación al salir. Pienso en las intervenciones de mis compañeros, en los momentos de emoción, empatía, en las ideas sacadas de la manga en un minuto (Alfonso, todavía no he procesado lo del máster en INEF) y en las reflexiones generadas. Y mi conclusión es que efectivamente, Malu no es solo un ejemplo de superación, es una persona que inspira, se preocupa por concienciar y educar, y no se da por vencida ante la adversidad.

“Querer es poder”, dice ella, “Gracias por venir”, respondo yo. Ha sido un verdadero placer.