«AQUÍ Y AHORA» POR TERESA GRATACÓS
Teresa Gratacós Alfageme tiene 24 años y fue finalista de la Tercera Edición de Factoria de Talento Adecco. Habla francés, inglés, italiano, ruso y chino. Estudió un doble grado en Relaciones Internacionales y Traducción e Interpretación en la Universidad Pontificia de Comillas. Realizó tres intercambios internacionales en Georgetown University, University of Dayton y Universidad de Lille.
Se especializó en Economía Internacional y ha realizado varios proyectos de investigación de Seguridad Internacional sobre el Genocidio de Darfur en Sudán del Sur. Posee experiencia en el sector público: en la Embajada de España en USA y en el Ministerio de Asuntos Exteriores, así como tiene experiencia emprendedora como co-fundadora de Inn Family S.L. y fundadora de la Asociación Compass.
Tras un año trabajando en Adecco como responsable de las empresas de la zona centro de Madrid, ha dado un salto como Global Relationship Manager del programa Factoria de Talento Adecco en Dynamis Consultores dónde se encarga de las relaciones con las empresas, la internacionalización y la conciencia social.
AQUÍ Y AHORA
Mi abuelo suele decir que “durante estos 24 años he vivido más cosas que en sus 80 años”. La verdad es que yo quiero creer que aún me queda mucho por vivir o, al menos, eso espero.
A pesar de haber intentado exprimir mi tiempo al máximo, a veces siento, paradójicamente, que he pasado también parte de ese tiempo esperando; convencida de que lo mejor vendría después: después del colegio, después de la universidad, después de las prácticas, los intercambios, de montar una empresa, las becas, los viajes, las fiestas, los libros, después de empezar una asociación, después de Factoría de Talento, después de conseguir un trabajo, después de conseguir correr una carrera, después de tantas cosas… Vivía en el futuro. Creía que esos pasos que iba dando eran lo que realmente me hacía feliz. Y no me daba cuenta de que no eran los pasos en sí, sino el camino.
No quiero que me malinterpretéis: por supuesto que he sido feliz -y mucho- , y en muchas ocasiones, pero me he perdido algunos momentos por no haber sabido reconocerlos a tiempo. Por entristecerme por circunstancias de la vida que uno no puede cambiar. Por entristecerme por tonterías también. Cuando te pasa algo malo crees que lo mejor llegará después. Es lógico pensar así, tener esperanza en lo que vendrá. Sino seríamos masoquistas. No obstante, a veces la vida va pasando y tú te quedas esperando a que la felicidad llame a tu puerta porque si.
Si pudiera volver atrás dejaría de pensar tanto para vivir más y más intensamente, dejaría de buscarle sentido a las cosas que me habían sucedido, dejaría de buscar la aprobación de los demás en algunas ocasiones para poder tomar firmemente mis propias decisiones. Intentaría tenerle menos miedo al fracaso, rodearme siempre de gente buena, daría más de mi. Compartiría más, perdonaría más, olvidaría y alejaría todo lo tóxico- incluidas, tristemente, algunas personas. Cuidaría más mi mente y mi cuerpo. No dejaría que se llenaran de basura. Limpiaría todos los días mis pensamientos, como quien limpia su casa. Y es que, por muy cliché que suene, la felicidad no consiste en conseguir lo que queremos sino en disfrutar lo que tenemos.
No soy nadie para deciros nada. Estoy muy lejos de ser un gurú de la felicidad. No tengo las fórmulas secretas que nos lleven al paraíso. Soy una persona normal como cualquier otra. He intentado vivir de la mejor forma que he sabido hasta ahora. He intentado aprovechar las oportunidades que han aparecido. He tenido éxito en muchas ocasiones. En muchas otras he fracasado. He querido ser feliz, como todo el mundo. No conozco a nadie que no quiera serlo. He sufrido, como todos sufrimos. Si pudiera daros un consejo es que aprovechéis. Que el tiempo no espera a nadie, que la vida pasa y que aunque a veces no sea justa, la vida es buena. Os diría que en caso de duda, siguierais hacia delante. Avanzad: sólo los que buscan encuentran. Que no os tomarais tan en serio, que hicierais las cosas desde el corazón, que ayudarais a los demás, que no intentarais ganar las discusiones siempre- es necesario estar de acuerdo en no estar de acuerdo-, que no pasa nada porque la gente os vea tristes, que llorar con alguien alivia más, que no hay que ser siempre fuerte pero a veces sí.
Os diría que perdonarais más, que relativizarais más el día a día, que superarais vuestros complejos- todos tenemos-, que no perdierais el tiempo odiando o lamentándoos porque la vida es demasiado corta para fiestas amargas. Os aconsejaría que no compararais vuestras circunstancias a las de los demás: no tenéis idea de cómo han llegado hasta allí. También os avisaría de que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos y que nunca sabes lo que puede pasar. Ya sea buena o mala tu situación cambiará. De verdad. Os diría que solo podéis lograr algo si lo empezáis hoy y que no os reservarais para ocasiones especiales. Hoy es un día especial. Os pediría que dejarais los prejuicios a un lado- sé que son difíciles- pero si os cambiarais de vez en cuando las gafas con las que veis vuestra propia realidad descubriríais cosas maravillosas. Incluso sobre vosotros mismos.
Os pediría que os esforzarais para entender otros puntos de vista. Os diría que intentarais conocer a la gente sin importar sus diferencias, que una persona con espíritu nunca puede ser fea, que el órgano sexual más importante es el cerebro. Os pediría que olvidarais que os han hecho daño en alguna ocasión. Os sugeriría que enmarcarais todos los supuestos “desastres” de vuestras vidas con un “¿Importará esto en cinco años?”. Os daríais cuenta de que vuestra lista de problemas se reducirían considerablemente a uno u dos: esos son los realmente importantes – y siento deciros, que lo más probable es que estos existan y que no tengan demasiada solución. Os diría que todos pasamos por malas rachas, incluso aquellos que parecen tenerlo todo bajo control, que sonríen mucho, que dan la impresión de hacerlo todo bien. Y lo importante no serán tanto los baches sino la manera de enfrentaros a lo que os suceda. Eso es lo que os diferenciará.
Si pudiera daros un consejo os diría que os levantarais, os vistierais y asistierais, sin importar como os sintáis porque aunque no lo creamos, a veces, seguir suele ser la mejor cura. Os aconsejaría que no esperarais a ser originales más tarde, que seáis auténticos ahora, que espero que no exista nadie como vosotros, que os sintáis orgullosos de vuestra identidad, única e intransferible. Os diría que desechéis todas las cosas que no sean útiles o divertidas, andaréis más ligeros. Que si queréis recibir es importante dar pero también pedir, a veces los demás no son conscientes de que necesitamos ese abrazo. Que no envidéis. La envidia es la lepra de esta sociedad: ya tenéis todo lo que necesitáis. Que encontréis un trabajo en el que podáis dar lo mejor de vosotros, que exprimáis vuestro conocimiento, que busquéis un propósito pero que no todo es coser y cantar: es importante que pongáis esfuerzo en las cosas, no vienen solas. Que seáis constantes, que perseveréis, el talento ya lo tenéis. Os avisaría también de que vuestro trabajo no se ocupará de vosotros cuando estéis enfermos pero vuestra familia y buenos amigos sí: mantenedles cerca, cuidadles. Al final lo único importante es que hayáis querido. Que hayáis querido mucho. A la vida, a los demás, a vosotros mismos. Por último, os diría que no hay mejor momento para ser felices que este. Que tengáis fe.
Si pudiera volver atrás creería más en los milagros. Porque, a veces, os prometo que ocurren.
Bienvenidos a Factoría de Talento, aprovechad aquí y ahora.