PASAR PARA ATRÁS PARA AVANZAR HACIA DELANTE
Hay quien defiende que somos más que un cuerpo, que lo que nos hace ser es el alma. Para los más escépticos, seremos un puñado de órganos y agua funcionado biológicamente. Lo que yo pienso es que estamos hechos de miles de momentos y vivencias. Y es que ya sea por la naturaleza social del ser humano, o porque según está estructurado el mundo en el que vivimos es complicado aislarse, muchos de estos momentos vienen compartidos. Como en este caso A implica B, se podría decir que las personas que pasan por nuestras vidas también son un factor relevante en nuestra composición corporal.
Los aprendizajes individuales, la introspección, el hecho de descubrir y entender por uno mismo… son de gran relevancia, pero si eres capaz de poner atención y abrir bien los ojos, podrás ver también los grandes aprendizajes que nos llevamos de los demás. Yo hoy me paso por aquí a compartir un pensamiento que otros han compartido conmigo.
Como siempre nos han gustado las metáforas, haré alusión a que parece que nos tomamos nuestro paso por la vida como la búsqueda de un tesoro. Con su mapa, su camino (a veces más indefinido, a veces más complicado) pero siempre con su X. Seguir la línea que traza el camino nos asegura llegar al tesoro y cuanto más rápido lo recorramos, mejor. Así, vivimos sumergidos en rutinas frenéticas, siguiendo el camino siempre hacia delante, sin mirar atrás y sin parar. Todo por llegar cuanto antes a nuestra X, a encontrar el tan cotizado tesoro.
Pero en la bonita y compleja aventura del camino se nos suele olvidar la importancia de parar. Parar a mirar a nuestro alrededor, a estar presentes en el momento en el que estamos viviendo, a cuestionarnos si el camino del mapa es el que queremos seguir, si la X del mapa es el tesoro que queremos encontrar. Parar es fundamental para poner las herramientas a punto, comprobar la brújula, pensar dónde podremos pasar la noche para no tener frío, o estudiar como cruzar el río que vemos a lo lejos. Parar invita a observar (el entorno y a nosotros mismos), observar invita a ser consciente, y ser consciente nos invita a estar presente. Esto es lo que nos ayuda a redefinir, a reubicar, a reencontrar… A poder seguir.
También se nos olvida la importancia de mirar atrás. Mirar atrás no significa retroceder. En muchas ocasiones dar un paso atrás, (o incluso dar la vuelta) te ayuda a crecer. A veces es porque lo dicen las propias normas del juego; otras es necesario para coger espacio y perspectiva y admirar lo ya andado; y otras simplemente para poder recordar. Volver atrás también permite redirigir, encontrar un punto de partida óptimo para retomar el camino. Cuando después de dar estos pasos hacia atrás emprendes de nuevo la andadura, llevas una mochila cargada con perspectiva, ganas, y dirección, haciendo el camino más claro, más definido, más seguro y con más sentido.
Como cuando coges carrerilla para chutar más fuerte el balón, flexionas las rodillas para saltar más alto o echas la mano hacia atrás para chocar a tu amigo energéticamente.
Se trata de encontrar impulso. Se trata de comprender que ir hacia delante y sin parar, sin mirar nunca atrás, no significa llegar más rápido, ni tampoco encontrar el tesoro.
De la misma manera que parar es necesario para poder seguir, hay ocasiones que, como en el rugby, hay que pasar para atrás para poder avanzar hacia delante.
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Escrito por: Celia Alija, finalista de la 6ª edición