Cuando te dan calabazas
Hace un año por estas fechas, tuve una conversación telefónica con una persona que, para en aquel entonces, era una total extraña para mí. Se trataba de Ángela una de las directoras del programa de Factoría de Talento. Hablamos durante más de una hora sobre la vida, sobre mi currículum, sobre mis sueños, pero sobre todo, hablamos de los motivos por los que no había entrado en Factoría.
Ahora es cuando os preguntáis ¿Qué pinta este chico hablando aquí, si no entró en Factoría?
Pues sí, tenéis razón, no entré en Factoría 7, de hecho, durante ese año apliqué a 4 becas de estudios diferentes y no me concedieron ninguna.
A veces, por mucho que te esfuerces, las cosas no salen como tú quieres. Sientes el peso del mundo sobre tus hombros y ves que otros siguen avanzando y te dejan atrás. Es en esos momentos cuando te preguntas si la meta que se había puesto ese iluso de 24 años era demasiado osada, si todo lo que soñaba por conseguir era como el rocío de una mañana de verano en La Mancha, donde el calor de mediodía evapora hasta la última gota.
Seguro que te has sentido alguna vez así, pero ¡¡¡Esto es el mundo real, espabila!!!
No conozco ni una sola persona a la que todo le haya salido perfecto en la vida, nadie que no haya tenido un tropiezo, nadie que no se haya topado con un muro que era imposible escalar. Todo el mundo encuentra dificultades en el largo camino de su existencia, pero mientras que algunos muros se pueden superar con la fuerza de la suave brisa de primavera, hay otros vendavales que ni contando con la fiereza de la mismísima Filomena podemos amainar.
Así es la vida: hay ocasiones que nos sobrepasan aun llevando la mochila cargada de herramientas.
Realmente lo que define nuestra forma de ver el mundo no son las cosas que conseguimos, sino aquellas que nunca llegamos a alcanzar. Debemos convertirnos en verdaderos sacos de boxeo, aguantando día y noche ganchos y patadas de esos que dejarían KO hasta el mismísimo Heracles. Debemos soportar las embestidas de la realidad, porque una vez que el golpe se diluya en el tiempo nosotros seguiremos ahí, y habremos aprendido cómo enfrentarnos a una dificultad que, a priori, parecía demoledora.
Y no os equivoqueis, muchas veces las películas que nos montamos en la cabeza sobre las metas que queremos alcanzar no son ni de lejos las que más felices nos pueden hacer. Por mucho que creamos que el maravilloso futuro que contemplamos en la mágica bola de adivinación era el único posible, el destino tiene la odiosa idiosincrasia de llevarnos a puertos totalmente extraños.
Pero, si os cuento un secreto, son esos desconocidos eriales los que pronto se convierten en auténticos jardines del paraíso; la senda que se abre en el margen del muro se interpone en la ruta que tanto nos habíamos esforzado por dibujar en el mapa. Es sin duda un camino aterrador, pero también os puedo decir sin titubear que ese inexplorado camino está lleno de nuevas oportunidades y de momentos maravillosos. En mi caso, ese nuevo camino me ha llevado hasta Factoría 8.
Solo os puedo decir que, si las cosas no salen como deseáis y os invade ese sentimiento de fracaso, no dejéis que os controle. No podemos evitar que el granizo destruya la cosecha, pero está en nuestra mano aprovechar todo ese hielo que tarde o temprano, se convierte en agua.
Recuerda siempre: hay veces que te dan calabazas.