Lo que está en potencia por Eloisa Glaser Guerrero
La confianza de quien te mira en potencia, como una semilla en crecimiento con la posibilidad de convertirse en un hermoso árbol con frutos y lidiar con las diferentes estaciones.
En psicología ese mirar de ese modo lo solemos llamar “Efecto Pigmalión” pensar en la persona que tenemos delante como capaz de desarrollarse y lograr algo que la propia persona no termina de ver en sí misma.
A lo largo de lo que llevo de vida me he encontrado con personas que veían esa semillita y también lo que podía ser en potencia, para mi han sido y son como “guías interiores” que me acompañan con las numerosas dudas que me vienen sobre mis habilidades para hacer según qué cosas.
Para los seres humanos no hay recetas universales, cada persona es un mundo, vive, interpreta, siente las cosas de diferente manera y aún con ello pienso que la confianza de los demás en nosotros es central, en algún momento de nuestra vida es importante que esté para poder posteriormente interiorizarla nosotros.
Es curioso, me encuentro con muchos amigos que han nadado contracorriente, que parecen moldeados por el impulso a seguir su camino incluso con la corriente yendo en contra y muestran una llama y energía por dentro que es asombrosa de ver.
Y también son personas a las que en algún momento de compartir ese nadar contra corriente se les llenan los ojos de brillo, de lágrimas, de emoción y entran ganas de abrazarles durante un buen rato de hacerles saber que les acompañas en su camino, que estás ahí.
Se me viene una persona a la mente que hablando de su hijo me dijo “Soy así con él porque veo que puedo hacerlo, que responde bien” Cada camino es diferente, es el que es, unos tenemos una experiencia otros otra, no se puede aplicar a todos la misma receta. Tenemos en nuestra mano la opción de mirarnos a nosotros, a nuestros amigos, compañeros, hijos y preguntarnos ¿Qué es lo que necesita en ese momento? ¿Qué puede asumir? o incluso ¿Qué le va a venir bien desarrollar de cara a un futuro? Ejercicio que también podemos hacer con nosotros mismos cuando lo necesitamos.
Ese ser escuchada y mirada así es una experiencia que he tenido con personas a las que aprecio inmensamente también en Factoría tanto en el proceso de coaching como en el Mentoring de Innovación para mí ha supuesto un motor para hacerme preguntas distintas, hacer las cosas de manera diferente, un reto y a la vez calma.
Cuando a mí me han mirado así también se me ha despertado por dentro un ¡Vamos a ponernos en marcha con ello! Ellos ven dentro de mí algo que aún no alcanzo a ver yo, que como la semillita de un árbol está allí en potencia.
A veces me pregunto ¿Para quién puedo ser esa persona que vea eso en el otro? Creo que desconocemos en qué medida podemos impactar en los demás con nuestros gestos, hay segundas oportunidades de revivir esa confianza, de sentirse recogida, apoyada, vista, reconocida que me emocionan profundamente y reconectan conmigo, con mi parte más esencial.
En ocasiones esa confianza también la enseñamos de manera menos consciente en el cómo nos hablamos a nosotros mismos, qué hacemos delante de los demás, si es de forma amigable y potenciadora, teniendo ese toque de realidad o si es menos potenciadora y más castigadora, allí es importante tomar conciencia, no solo con nuestra mirada sino también con que posibles enseñanzas transmite nuestro hacer.
Hay miradas, conversaciones con personas, grabadas como si pluma sobre papel fuesen, que revolotean cuando las recuerdo, que me hacen vibrar, que me emocionan y que me mueven e inspiran a hacerme preguntas, a tomar acción.
También me pregunto ¿Y cómo me veo yo? ¿Esa semillita en potencia la veo también? Dejo la pregunta resonar en mi mente y en mi corazón. Y me quedo con que estoy en ello y en cómo volverlo tangible, movimiento del pensamiento al corazón, a la mano a la acción. En ocasiones es duda, dudo si seré capaz de hacerlo, como puede que nos pase a más de uno al comenzar algo nuevo, son cosas que poco a poco probando me he ido demostrando que si. Y es en esas ocasiones que lo que me mueve es la duda, el no terminar de verlo y querer verlo.
Ahora pienso que tener dislexia es un regalo y en ocasiones he dudado mucho de mi por no comprender qué me sucedía, me sentía muy diferente. Es curioso porque cuanto más hablo de esa época con los demás más me doy cuenta de que independientemente de las circunstancias que nos acompañen hay procesos o vivencias que se asemejan mucho, todos nos hemos sentido algo «raros» alguna vez y es que como me dijo una vez alguien a quien quiero mucho «Las rarezas nos hacen diferentes y especiales»
¿Confío en mi ahora? Pues en muchas ocasiones no, voy haciendo camino, confío en que hay un camino, una serie de pasos y de acciones que si llevo a cabo me llevarán hacia donde quiero ir, hacia como quiero ser.
Para empezar a andar de pequeños no necesitamos tener la certeza de que no nos caeríamos, si necesitábamos tener ese apoyo de saber que hay un sitio al que volver a ser recogido, cuando somos adultos ese sitio en parte lo construimos nosotros y también lo buscamos en el encuentro con los demás, ese calorcito.
¿Hay algo en lo que considere esencial confiar? Si, en que cuando me caigo puedo volver a levantarme, curarme las heridas si las hay y seguir caminando, de eso pienso que si que es esencial tener certeza, de que lo que tú haces dentro de tu área de influencia cambia tu parcela de mundo.