La diferencia entre el más fuerte y el más adaptado. Entrevista a Lorena Moncada
Lorena Moncada es estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Rey Juan Carlos y finalista de Factoría de Talento Adecco en su segunda edición. Es una persona a la que le interesan temas de lo más variopintos. Hace unos días, de manera casual, estuvimos conversando sobre las “interesadas” interpretaciones que se han hecho de las teorías de Charles Darwin, el autor de “El origen de las especies”, uno de los libros de referencia sobre la evolución humana.
Una tarde del verano pasado estaba tomando el sol mientras pensaba en el concepto de marca personal o personal branding a raíz de un curso sobre el tema que estaba haciendo. Pasaban por mi mente conceptos como «competitividad» o «diferenciación» y entonces mi curiosidad insaciable y mi manía de preguntar el «por qué» de todo hizo que el ritmo de mis pensamientos diera un giro de 180º. Pasé de pensar en las personas con marketing a pensar en el marketing de personas y de repente me encontré con la palabra «sociedad» entre todo aquel desbarajuste mental.
No podía con toda la curiosidad; yo sola dándole vueltas al tema me iba a acabar volviendo loca, así que me puse a investigar y fue entonces cuando descubrí el Darwinismo social, y cuando recuperé una vieja lectura amparada en una teoría llamada «darwinismo social», ahí encontré algunas de las conclusiones que necesitaba y hoy en día continúa ayudándome a entender cómo funciona el mundo del consumo de aptitudes profesionales.
P. –Lorena, ¿cómo describirías de manera sintética las bases del pensamiento de Darwin?
R. –Charles Darwin definió la teoría de la evolución como un proceso en el cual las variaciones genéticas en las especies, producidas de forma aleatoria por procesos biológicos espontáneos, producen que unos individuos de una misma especie estén mejor adaptados que otros al medio en el que viven. De esta forma, la variación de un individuo en algún elemento genético se convierte para esta teoría positivista en un elemento fundamental para la preexistencia o en su defecto, la desaparición de un tipo de individuo dentro de una misma especie.
P. ¿Es correcta la interpretación que se da a la teoría de Darwin, de que la base de la evolución es la selección natural, la supervivencia del más fuerte, del más apto?
R. – Sin duda se puede afirmar que existe un punto de desencuentro entre la teoría de las especies de Darwin y la interpretación social que hizo Herbert Spencer en su obra “La estática social” en torno a ésta. El mismo Darwin se mostró en desacuerdo con el simple intento de adaptación de su teoría, puramente biológica, en el ser humano en su condición de miembro de una sociedad.
La teoría de Darwin se sustenta en la premisa del origen común, en el hecho de que todos los individuos proceden de un origen común y que mediante la variabilidad genética se produce una diversificación: unas especies dan lugar a otras mediante un proceso de selección natural. En torno a si las características adquiridas favorecen o no su adaptación al entorno, para Darwin sobrevivirán los mejor adaptados y jamás la especie resultante de una lucha donde existan vencedores, ni vencidos.
Mi posición personal al respecto es que son completamente opuestas; precisamente en la pregunta está la respuesta… ¿es lo mismo ser más fuerte que estar más adaptado? Son términos conceptuales que se confunden con demasiada frecuencia. No es lo mismo sobrevivir gracias a tus aptitudes, que te diferencian y te hacen mejor para una determinada situación, que aplastar y pasar por encima de los demás a base de fuerza, y esa es precisamente la crítica que se le hace a la teoría social darwinista, entre otras muchas, como la diferencia entre habilidades adquiridas y variación genética aleatoria.
P. –¿Qué explicación le das tú a que el darwinismo social haya tenido tanto eco?
R. – Yo creo que el ser humano es competidor por naturaleza, y que vive con miedo a ser aplastado por el contrario. Desde pequeños vivimos queriendo tener el mejor juguete de la guardería y no es malo quererlo, la clave está en la forma en que decidimos conseguirlo. Creo que el darwinismo social materializa en palabras la excusa perfecta, para sustentar la ambición humana en una teoría que la convierte en natural e invariable.
«El hombre se come al hombre por adaptación» ha sido la manera en que durante muchos años se han explicado acciones del ser humano para hacer entender que no hay otra opción, que no existe otra forma de hacerlo mejor, porque por naturaleza debemos luchar por la supervivencia. Pero, ¿no es eso precisamente lo contrario a la sociedad?
El hombre es animal, pero no necesita comer talento ni beber aptitudes en el mundo laboral o cualquier ámbito de la supervivencia social para permanecer en ella. Probablemente fue durante siglos tan aceptada porque es más fácil esconderse tras una justificación «el hombre es un animal que lucha con el otro para sobrevivir», que reconoce la posibilidad del propio fracaso en una situación de rivalidad natural, y por valía propia.
Pero a raíz de esto lanzo una pregunta: si tienes las herramientas para hacer algo por ti mismo y sobrevivir, ¿por qué machacar al de al lado? Probablemente, es la carencia de confianza en nuestras propias habilidades las que nos hace querer ser los únicos competidores eliminando a los demás, el miedo a competir limpiamente y perder.
P. – ¿Se te ocurre que una aplicación de las ideas del darwinismo social a las empresas condiciona sus dinámicas internas y su evolución? ¿Cómo?
R. – De hecho es la razón por la que me apasiona este tema, porque creo que es una manera de ver el mundo de la empresa desde una perspectiva completamente distinta y que me ha ayudado a iniciarme en la formación de mis valores profesionales. Dejando de lado la teoría de Darwin y basándome en la teoría de Spencer como teoría independiente, podría aventurarme a definir dos tipos de profesionales de éxito opuestos dentro del mundo empresarial: el que sabe, trabaja, quiere y puede porque se adapta a su trabajo y es eficiente en lo que hace, y por otro lado el que es capaz de fagocitar y desmarcarse del resto de profesionales pasando por encima de ellos mediante otros medios (no necesariamente negativos).
Esto podría ejemplificarse: yo tengo una serie de habilidades que me aportan un valor o una capacidad de desarrollar un trabajo o puesto específico y existe otra persona con menos habilidades que accede a ese mismo puesto mediante otros medios, como podría ser la influencia. En ese caso, podría existir una asignación del trabajo a la persona que más preparada está para el puesto, o podría ganar la fuerza de la otra para lograr el acceso a éste.
Al final el trabajo será para uno o para otro, pero el desarrollo del trabajo dentro de la empresa tendrá que ser el mismo y ¿cuál de los dos estamos seguros de que será más eficiente? Eso queda a la interpretación de cada uno.
Yo personalmente no soy de excusas, no creo que haya que luchar por conseguir lo que quieres, sino trabajar para tener las capacidades que te permitan alcanzar tu objetivo, y si el objetivo es un trabajo, desarrollarlo con éxito al llegar.
P. –Si fueran las ideas de Charles Darwin las que se aplicaran a las empresas, ¿cómo cambiarían éstas?
R. –Haciendo una metáfora, y nunca una interpretación, de la teoría de Darwin, se podría decir que el marketing es la técnica que actualmente se emplea para la supervivencia de la especie empresarial, la marca. Las variables genéticas son aquellas variables de mercado que convergen en una empresa y la convierten en más o menos exitosa.
Creo que muchas empresas ya están utilizando la visión de Darwin en sus empresas que partiendo de un origen común, unos valores y una cultura, están adaptándose a la situación externa y a las variables incontrolables a través de la generación de valor y el desarrollo de las variables controlables. Una empresa que se reinventa constantemente y que forma a sus empleados en aptitudes y habilidades para sobrevivir en el mercado tiene muchas posibilidades de lograrlo.
Existen marcas en el mercado que parecen inmortales porque siguen variando su genética para adaptarse al medio sin necesidad de destruir a la competencia. Y es precisamente esa, bajo mi punto de vista, la clave del mundo profesional, tanto en la marca comercial como en la personal.
Con estas profundas reflexiones de una de nuestras participantes de la II edición, nos despedimos no sin antes agradecerle a Lorena el que nos haya dejado conocerla un poco más, a lo que ella responde: …” quiero agradecer esta entrevista, por darme la oportunidad de expresar mis pensamientos y sacar un poquito más de mi, si cabe, desde Factoría de Talento Adecco”.