Aunque mucho se está hablando estos días de madridistas y atléticos y de cómo se encajan las victorias y los fracasos, no quiero dejar pasar la ocasión que me brinda este simpar acontecimiento que mueve montañas, para extraer mis propias conclusiones y llevármelas a un terreno estrictamente pragmático a ver si algo nos cala dentro y aprehendemos de todo esto.
1ª moraleja: ganar o perder es relativo. En cualquier aspecto de la vida, lo más importante es cómo triunfas o cómo fracasas. Sin alardes ostentosos, ni presunciones. Sin victimismos ni culpabilidades ajenas.
2ª moraleja, al hilo de lo anterior. Sólo tú eres responsable de tus éxitos o tus fracasos. Las decisiones que vas tomando en el camino son las que determinan los acontecimientos que definen tu vida. Uno puede descender o ascender pero de una pieza, sin perder la categoría.
3ª moraleja, y ya lo dijo el Cholo: “tenés todo…tenés nada”… Tanto en el todo, como en el nada, lo que queda es el fondo, aunque lo evidente sea la forma, el modo en que tengas algo y ese modo te definirá.
4ª moraleja, contén tus emociones hasta el punto de que los excesos ajenos, no den pie a los tuyos propios. En la moderación está la sabiduría.
5ª moraleja, el tiempo no influye. Un minuto puede ser decisivo y cambiar el curso de toda una vida, pero lo que realmente cuenta son los minutos acumulados en tu marcador interior.
Bajo este título arrancaba el último chat on line con los participantes de Factoría de Talento donde se trabajó sobre el dilema de, cómo actuar cuando te piden opinión: expresar lo que se piensa aunque pueda incomodar, o evitarlo para no ofender.
Mayoritariamente se defendía la primera opción, aunque condicionada por numerosas premisas, cuyo objetivo era generar un entorno de comunicación constructivo: hablar con hechos y argumentos, evitando los juicios de valor; buscar el momento adecuado; preparar previamente lo que se quiere decir.
Uno de los participantes argumentó de la siguiente manera el valor de estas comunicaciones: “a veces lo que nadie se atreve a decirnos, puede ser lo que nos hace no atrevernos a cambiar y mejorar”.
Pero, si es tan útil, ¿por qué nos cuesta tanto a veces decir lo que pensamos? Ante esta pregunta, lo primero que apareció fue una emoción: nos sentimos incómodos. Por tanto, aunque cuidemos a quién va a recibir el feedback, también parece que hay que ocuparse de cómo se siente quien va a expresarlo. Si no me siento seguro y cómodo ante la comunicación, difícilmente la voy a abordar con naturalidad y con el sentido de utilidad que antes se mencionaba.
El temor a las consecuencias (enfados, malos gestos, o consecuencias más graves cuando el otro tiene más poder) es otra de las poderosas razones por las que nos cuesta afrontar estas situaciones.
Podemos integrar estas dos razones y concluir con otra aportación que afirmaba lo siguiente: “es importante aprender a aceptar las críticas, porque si tú las aceptas, lo transmitirás a los demás y la sensación de incomodidad al dar tu opinión irá desapareciendo”.
Bajo este título, los participantes de Factoría de Talento, debatieron ayer miércoles sobre el rol que los clientes juegan en cualquier organización.
Centrados en el análisis y lectura de un artículo que previamente se les había entregado y que detallaba la influencia de las nuevas tecnologías en los modelos de relación con los clientes, los participantes de este debate trataron de resumir sus conclusiones con un titular: “El reto empresarial del siglo XXI: Saber escuchar al cliente.”
En torno a esta premisa extrajeron diferentes conclusiones:
– Las empresas tratan de adaptarse a la nueva era tecnológica con el objetivo de maximizar la satisfacción y la fidelidad de sus clientes.
– Se invierten grandes cantidades de recursos para adaptarse a la nueva era y poder ofrecer una experiencia integral a sus clientes.
– La incertidumbre forma parte del día a día empresarial.
– La vida empresarial gira en torno al cliente. Es el “sol” de cualquier organización y como tal, todos los procesos empresariales deben ir enfocados a su satisfacción y fidelización, desde el diseño de los productos o servicios hasta el servicio post-venta.
*Este post ha sido elaborado por F. Pardo, participante Factoría de Talento