¿Quién marca, quién decide, qué valores son los positivos?
Hace unos días se llevó a cabo un nuevo encuentro propiciado por La Espiral del Talento, donde participantes de la I y II edición se reunieron en el HUB Madrid en una sesión de trabajo liderada por Víctor García, coach profesional y colaborador de Factoría que giró en torno a la problemática de la ética en la toma de decisiones empresariales.
La sesión centrada en el análisis de 4 casos reales que han tenido y siguen teniendo repercusiones a nivel mundial, sirvió para profundizar en la realidad de un sistema caracterizado según Víctor por:
El desgaste y deterioro de la confianza en las instituciones que sustentan el sistema. Estas circunstancias ponen al propio sistema en riesgo creciente y producen desazón y hastío del ciudadano de a pie, por frustración, impotencia y sensación de debilidad. Es la empresa, una de esas instituciones que mejor refleja en dirección biunívoca los valores de una sociedad de la que se nutre y a la que retroalimenta con las formas de hacer y conseguir cotidianas.
La vivencia de un momento en que los valores triunfantes parecen limitarse a la ganancia individual por cualquier medio, la corrupción entendida como el fin justifica los medios siempre que los interesados nos lucremos a costa de lo que o los que sean, la ética en la empresa vuelve a tener un momento de protagonismo por necesidad y salud del sistema.
En esta línea, en Espiral del Talento, hemos empezado a debatir el sentido práctico de una ética construida en base a una serie de valores positivos. Poder marcar una dirección y dar respuesta a los dilemas cuando se presentan, sabiendo lo que se puede y lo que no se puede hacer, determinando cómo queremos conseguir los objetivos que nos proponemos y huyendo de la anomia del “todo vale”.
Esta misma definición práctica nos ha llevado al principal dilema ético en sí mismo: ¿quién marca, quién decide, cuáles son esos valores positivos?
Para dar un primer paso, se ha enfocado la ética futura desde la plasmación de un bosquejo de intereses a respetar desde la actividad empresarial, identificando 4 agentes principales:
– Los accionistas
– Los clientes y agentes externos
– Los empleados
– La ecología y en una perspectiva más amplia, el propio sistema.
Desde mi perspectiva, sólo una forma de decidir y hacer que integre y vele por los intereses de los cuatro agentes podrá tener vigencia práctica y sostenible en el futuro.
Una empresa éticamente responsable debe hacer que quien invierte dinero en ella, obtenga un legítimo y proporcional beneficio; que quien confía en ella y compra sus productos y servicios reciba una utilidad concreta por lo que paga; que quien entrega su capacidad de trabajo para hacerla funcionar reciba unas condiciones dignas de colaboración y respeto a la dignidad humana; y que cuide y sea sensible a los recursos naturales que consume, y aplique una visión de largo plazo a su forma de hacer negocio respecto a las consecuencias para todos estos agentes y otros implicados en su mercado en un sentido global.
En Espiral del Talento hemos trabajado cuatro casos de falta de ética empresarial, en donde cada uno de estos agentes era especialmente perjudicado por las decisiones y acciones de los que lideraban y ejecutaban las estrategias empresariales. Como resultado del debate, se han extraído algunas causas probables para la destrucción ética:
– El exceso de avidez, confundir la legítima ambición con el lucrarse a toda costa y por cualquier medio.
– El miedo, a muchas circunstancias y factores. A afrontar las consecuencias, a perder el puesto, a perder los beneficios.
– La inercia organizativa, entendida como las costumbres de las organizaciones que arrastran la conciencia individual.
– La falta de crítica, cuestionamiento y/o escucha de los que tienen el poder de decisión.
– El cortoplacismo como único enfoque temporal de la actividad.
– Los fallos de los elementos y agentes reguladores, por corrupción o falta de suficiente control.
– La sensación de invulnerabilidad del no ético. ¿Quién realmente paga ‘la cuenta’?
Como conclusión, creemos en la empresa como institución social y económica, ya que sin lo segundo, quizá no haya progreso ni generación de riqueza, pero sin lo primero, no habrá humanidad ni sostenibilidad a largo plazo. Quizá este sea de verdad el gran y bonito reto de dirigir empresas.»
Implicados en el análisis de las situaciones anteriormente descritas y dirigidos por la profesionalidad de Víctor García, los asistentes a la asamblea de la Espiral del Talento se cuestionaron muchos aspectos acerca del entramado existente en la construcción de estrategias, toma de decisiones, adopción de estilos productivos así como el soporte ético que se esconde detrás de cada uno de estos posicionamientos.
Movidos por el afán de cambiar las cosas, dejaron abierto un escenario donde poder comenzar a trabajar en un código ético construido en el seno de Factoría.