Aquellas cosas que nunca nos dijimos
Bajo este título arrancaba el último chat on line con los participantes de Factoría de Talento donde se trabajó sobre el dilema de, cómo actuar cuando te piden opinión: expresar lo que se piensa aunque pueda incomodar, o evitarlo para no ofender.
Mayoritariamente se defendía la primera opción, aunque condicionada por numerosas premisas, cuyo objetivo era generar un entorno de comunicación constructivo: hablar con hechos y argumentos, evitando los juicios de valor; buscar el momento adecuado; preparar previamente lo que se quiere decir.
Uno de los participantes argumentó de la siguiente manera el valor de estas comunicaciones: “a veces lo que nadie se atreve a decirnos, puede ser lo que nos hace no atrevernos a cambiar y mejorar”.
Pero, si es tan útil, ¿por qué nos cuesta tanto a veces decir lo que pensamos? Ante esta pregunta, lo primero que apareció fue una emoción: nos sentimos incómodos. Por tanto, aunque cuidemos a quién va a recibir el feedback, también parece que hay que ocuparse de cómo se siente quien va a expresarlo. Si no me siento seguro y cómodo ante la comunicación, difícilmente la voy a abordar con naturalidad y con el sentido de utilidad que antes se mencionaba.
El temor a las consecuencias (enfados, malos gestos, o consecuencias más graves cuando el otro tiene más poder) es otra de las poderosas razones por las que nos cuesta afrontar estas situaciones.
Podemos integrar estas dos razones y concluir con otra aportación que afirmaba lo siguiente: “es importante aprender a aceptar las críticas, porque si tú las aceptas, lo transmitirás a los demás y la sensación de incomodidad al dar tu opinión irá desapareciendo”.
Angela Díaz Directora de Factoría de Talento